
Una de las cosas que la gente da por hecho es la compra de la insulina en las farmacias para fines de lidiar con el problema creciente de la diabetes. La insulina es un químico, una hormona que segrega el páncreas para regular el azúcar en la sangre, para que las células del cuerpo puedan incorporarlo y convertirlo en energía. La diabetes ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente insulina, por lo que genera un número de enfermedades asociadas al azúcar. En caso de no atenderse y agravarse el problema de la diabetes, la situación podría ser letal para el paciente. Para salvar vidas, la industria farmacéutica le hace disponible al público insulina humana para suplementar la poca insulina del cuerpo.

Para entender esto, viajemos un poco al pasado.
Breve historia del descubrimiento de la insulina
Aun cuando el diagnóstico de diabetes actual es moderno, eso no quiere decir que fue en la modernidad cuando se detectó por primera vez o incluso, su conjunto de síntomas adquirió el nombre.
Podemos remontarnos al antiguo Egipto para el año 1550 a.e.c. donde aparece nuestro récord disponible más primitivo de síntomas de la diabetes.

El Papiro Elbers, uno de los documentos médicos más antiguos que tenemos, nos habla de posibles síntomas de ello al reportar casos de personas cuyo orín era demasiado asha, palabra que quiere decir o “frecuente” o “abundante”. Esto puede indicar que se trata de personas que orinaban demasiado frecuentemente.
Diversos síntomas de estos se reportaron también en la medicina grecorromana, hindú, china, entre otras, sin hablar de la Europa medieval y moderna. El término “diabetes” se lo debemos a un antiguo médico griego, Areteo de Capadocia, que describió de manera muy precisa los síntomas vinculados a la enfermedad. Ya en la etapa de la modernidad, al conjunto de condiciones que tienen en común los trastornos físicos relacionados con el procesamiento del azúcar se le conoce como Diabetes mellitus.
En todas las épocas se ha tratado de buscar un remedio a esta enfermedad que cobraba la vida de muchas personas. Varias investigaciones científicas fueron llevando a los médicos en la dirección correcta. Fue durante el siglo XIX, que Oskar Minkowski y Joseph von Mering, mediante experimentos con perros, descubrirían una vinculación entre el páncreas y la regulación del azúcar. Más adelante, el médico estadounidense Eugene Lindsay Opie identificó a estructuras pancreáticas conocidas como islotes pancreáticos como las que, de alguna manera, prevenían algunos tipos de diabetes. Ya en el primer cuarto del siglo XX, se dieron las primeras investigaciones en torno al mecanismo que efectivamente lleva a controlar los niveles de azúcar en los animales de experimentación y en los seres humanos. Durante este periodo de los años 20, la farmacéutica Eli Lilly tuvo un rol protagónico junto a la Universidad de Toronto en Canadá a la hora de entender los mecanismos de producción de la insulina en el páncreas para luego comercializarla a nivel mundial. En 1921 y 1922 se llevaron a cabo las primeras administraciones de insulina —purificadas lo mejor posible de componentes adicionales, especialmente alérgenos— a varias personas, entre ellas, a una estadounidense, a la hija del secretario de Estado de los EE. UU. llamada Elizabeth Hughes.
No hay duda de que esta medida ha salvado muchas vidas humanas desde entonces hasta hoy. Sin embargo, hubo un lado muy oscuro de la producción de esta hormona. La insulina empleada para pacientes de diabetes no era humana, sino animal. Esto presentó dos problemas cruciales:
- La enorme cantidad de cadáveres de animales que hacía falta para extraer una poca de insulina (véase una de las fotografías abajo).
. - Debido a su procedencia animal, un frasco de insulina no necesariamente está depurado completamente de químicos animales que puedan producir algún tipo de rechazo o alergia por parte del cuerpo de algunas personas.
. - Por el punto anterior, el proceso de producción de insulina era muy caro para los pacientes.
La biosíntesis de insulina humana
Ya para los años 1970, estaba ya trabajada la tecnología de ADN recombinante (transgénicos). Esta consiste en aislar un gen del que sabemos cumple una función para entonces recombinarla con el ADN de otro organismo. Varios métodos se han hecho para eso, pero la principal ha sido recombinar el ADN en uno bacteriano.
Esencialmente, fue tomar el fragmento o gen del ADN humano que codifica para la producción de insulina, se aisló y después se integró a una bacteria E. coli, que comenzó a producir insulina humana en tanques de fermentación.

A pesar de algunos atrasos, esta insulina de bacterias transgénicas, en 1982 se hizo disponible para el público. Entre varios de sus beneficios está el abaratamiento de la hormona, llevando a que sea más asequible al público.
Contrario a lo que se suele decir, los transgénicos salvan vidas todos los días, no solo vidas humanas, sino que podemos incluir vida animal: ya no se sacrifican tantos animales para la producción de insulina. Este es un ejemplo de la mejora de la medicina a través de la historia, para la mejor salud de todos.
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